Nuestra última parada fue en Bruselas. Una gran ciudad para pasar un par de días. Nosotros nos alojamos en el Hotel Erasme durante una noche. El hotel estaba bien ubicado, ya que la parada de metro estaba a pocos minutos y te llevaba al centro de la ciudad.
En nuestro recorrido por el centro visitamos la conocida Galería Saint Hubert, que fueron las primeras galerías en toda Europa, diseñadas en 1897. Hoy en día siguen siendo una de las galerías más elegantes. Son increíbles y las tiendas de chocolate parecen tiendas de arte. Una verdadera locura para los amantes de este dulce. No te puedes ir de Bélgica sin probar sus chocolates.
También visitamos el Palacio Real, es un edificio enorme, con impecables jardines. Se encuentran las oficinas de la monarquía belga, ya que no lo usan como residencia. No siempre está abierto al público. Sólo de Julio a Septiembre.
Otra de nuestras visitas fue al Palacio de Justicia, es impresionante. Tuvimos la mala suerte de que la fachada se encontraba en obras, pero aún así pudimos apreciar su gran cúpula y las dimensiones del edificio. El interior no tiene desperdicio. Su vestíbulo de más de 100 metros de altura te deja con la boca abierta. Cuando visitamos el Palacio de Justicia habían varias mesas con abogados, pero no sabría decir bien cuáles eran sus funciones.
Por la tarde, seguíamos con fuerzas para continuar las visitas y nos dirigimos hacia el Atomium o átomo gigante. Cogimos una línea de tranvía equivocada y nos dejó bastante lejos, así que nos tocó caminar y caminar. Tanto que cuando llegamos el Atomium acababa de cerrar. Nos quedamos sin visitarlo por dentro, pero la verdad que ya solo verlo de fuera impresiona bastante, parece más grande que en las fotos.
Con esto nuestro viaje llegó a su fin. Pasamos mucho frío, vimos paisajes increíbles, visitamos ciudades de cuento y probamos hasta trece cervezas diferentes que recordemos. Todo esto en una semana.