Con el fin de aprender algo de inglés y perderle miedo al idioma universal, me fui unos meses al país de los tréboles y la cerveza Guiness, Irlanda. Viví en Cork, al sur del país, en un pequeño pueblo pesquero llamado Crosshaven.
Empezaré con la ciudad de Cork. Es una de las más importantes del país y la segunda con más habitantes. Combina edificios de estilo gregoriano con arquitectura moderna. En sus calles hay buen ambiente y es algo más relajado que en Dublín. Lo ideal es recorrer la ciudad caminando. En el centro podrás encontrar un mapa con diferentes rutas que te llevan a los principales puntos de interés.
Algunas de las cosas que no debes perderte en Cork son: el English market, pasaba por ahí todas las semanas, es un mercado pequeño pero me encantaba. Pasear por la calle St Patrick’s y tomar una pinta en uno de los Irish Pub, es un indispensable.
No te puedes ir de la ciudad sin visitar el Blarney Castle, está a las afueras, pero se puede llegar sin problema en bus. Es uno de los castillos más antiguos de Irlanda y es conocido por la Piedra de la Elocuencia, según la tradición, quien la besa obtiene el poder de la elocuencia. Para besarla te tienes que tumbar en el suelo y colgar la cabeza por un agujero, un señor te sujeta y te sacan la típica foto en la que no se sabe si eres tú. Otro pueblo que se merece una visita es Kinsale, no hay mucho que hacer en la zona, pero es agradable pasear por sus calles.
Cobh es otro pueblo conocido en la costa de Cork. Aquí se encuentra un museo sobre el Titanic. Y es que este pequeño pueblo fue la última parada del buque. Y si lo tuyo es navegar, Crosshaven debe ser una parada obligatoria si estas por la zona. En este pueblo se une el río con el mar, hay un muelle deportivo y cada día llegan visitantes en busca de tranquilidad.
Aproveché la visita de una amiga para visitar Galway. Alquilamos un coche, tengo que decir que eso de conducir por la izquierda es antinatural, aunque no se me dio del todo mal. Fuimos desde Cork a Galway. Decidimos optar por carreteras secundarias y perdernos por los pequeños pueblos que íbamos encontrando por el camino. Las visitas que recomiendan son los acantilados de Moher y el parque de Connemara. Que están antes de llegar a la ciudad de Galway. Los acantilados están llenos de turistas, pero aún así merece la pena visitarlo. Nosotras tuvimos mala suerte y nos llovió muchísimo, pero puedes pasear durante un par de horitas por la zona. El parque de Connemara es precioso. Hay un centro de información turística y desde ahí puedes hacer alguna caminata, seguro que los paisajes son increíbles. Nosotras no fuimos con el calzado adecuado y además había una constante amenaza de lluvia.
El centro de la ciudad de Galway, es muy conocido entre los más jóvenes. Es una ciudad universitaria y hay mucha fiesta. Por la noche, las calles peatonales se llenan de gente y de bandas de música. El ambiente es muy bueno y aunque no seas muy fiestero, es agradable pasear y ver el espectáculo.
Por último, no me podía ir de Irlanda sin visitar Dublín, así que un fin de semana lo pasé en la capital. Es una ciudad pequeña, pero con mucha actividad. Puedes escuchar cualquier idioma cuando caminas por la calle. Eso sí, el inglés aquí me resultó complicadísimo, que acento más chungo!. Hay varios sitios de interés, desde la estatua de Oscar Wilde en unos jardines del centro, hasta la antigua destilería del whisky Jameson. Yo recomiendo coger un mapa y seleccionar los sitios que quieres visitar y a caminar. Por la tarde comienza la vida en la zona del Temple Bar. Las calles se llenan de gente y de bandas de música, muchos se animan a improvisar y acompañan cantando o bailando. Vale la pena pararse unos segundos y observar la gente, puede ser muy divertido.
Mi visita por Irlanda termina con una buena familia que me acogió y con la que lo pasé genial, y un inglés chapurreado, que espero que me ayude a seguir viajando por el mundo.