Brujas

Este viaje comienza en una tarde en casa con poco que hacer. Se nos ocurrió buscar billetes de avión baratos hacia alguna ciudad europea. En dos horas teníamos prácticamente todo el viaje organizado.

Brujas fue nuestra primera parada en Bélgica. Parada obligatoria para todo el que visite este país. Llegamos al aeropuerto de Charleroi, alquilamos un coche y pusimos rumbo hacia Brujas. La distancia es de entre 150 a 190 Km dependiendo de la ruta que elijas. Nosotros decidimos ir por las afueras y evitar por el momento Bruselas. Por esta ruta puedes encontrar pequeños pueblos con mucho encanto.

La ciudad de Brujas es una de más visitadas de Bélgica. Es patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2000. La ciudad está repleta de canales y edificios con mucho encanto. Realmente parece sacada de un cuento.

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Iglesia en Brujas

En Brujas nos alojamos en las afuera en el Ibis budget Brugge Centrum Station, pero no a más de 10 minutos caminando. El hotel era sencillo y cómodo, con una decoración moderna y bien ubicado. Al llegar, dejamos nuestras cosas y comenzamos nuestra ruta de reconocimiento. En esa primera toma de contacto que siempre haces cuando llegas a un sitio desconocido, la ciudad simplemente nos encantó.

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Mercado de Navidad

Por esas fechas ya se notaba el aire fresquito y la niebla inundaba la ciudad. La estampa era inmejorable. La ciudad tiene una red de canales, por la que muchas veces se la compara con Venecia. Es un lugar donde perderse por sus callejones y disfrutar del ambiente. Nosotros tuvimos la suerte de que ya estaba el mercado de navidad y había bastante movimiento en la calle. Perfecto para comer y tomarse algo calentito.

Después de esa primera toma de contacto, nos dijimos que teníamos que probar la cerveza. En Bélgica puedes encontrar hasta más de 1500 tipos de cervezas, como para catarlas todas. Creo que nosotros tuvimos la oportunidad de probar una de las mejores. Se trataba de la cerveza de la casa de un pequeño bar, que a su vez está en la calle más estrecha de Brujas. Habíamos leído sobre este sitio y queríamos visitarlo, pero costó bastante encontrarlo. Pasamos tres veces por delante del callejón sin verlo. Pero valió la pena la búsqueda. El sitio era peculiar, era un pequeño edificio de piedra de dos plantas. Entramos y había muchísima gente, pero nos dijeron que podíamos sentarnos con dos señoras mayores con cara de no ser muy amigables. Esto no fue un problema después de la primera cerveza. Y es que las cervezas belgas pueden llegar a tener hasta 12º (es lo más que probamos nosotros), pero sin embargo no vas a notar un sabor fuerte, son unos artistas haciendo cervezas.

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Alegría en la noche de Brujas

Tras hacer una breve cata del oro líquido que tenía este bar, decidimos ir a comer algo en el mercado de Navidad y como estábamos animados, pues seguimos probando. Resultado, un ataque de hipo de vuelta al hotel con su consecuente ataque de risa.

Al día siguiente, nos pusimos en pie y visitamos la ciudad de día que también tiene su encanto. Puedes dar un paseo en barca por los canales o también un paseo en carruaje de caballos. Nosotros optamos por caminar. Estuvimos solo una noche en Brujas, es una ciudad pequeña que se puede ver fácilmente en un día. Pero fue lo que más nos gustó de Bélgica.

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