A pesar de que Rayco le ha dado la vuelta al mundo y ha estado en más de 30 países, no conoce todas las Islas Canarias. Supongo que será por eso de que están cerca y siempre hay tiempo para visitarlas en cualquier escapada corta.
Justo es eso lo que buscábamos esta vez, una escapada corta donde descansar y relajarnos y el Hierro es perfecto para eso. Nos pusimos manos a la obra y en un día ya teníamos todo organizado. Como muchas veces recurrimos a Airbnb para el alojamiento y nos decantamos por una casa que tenía muy buena pinta y no nos defraudó.
Para Arún ya era su tercer viaje en avión, ya habíamos ido a Madrid cuando apenas tenía 3 meses y a Tenerife a visitar a la familia. Lo estamos entrenando poco a poco y de momento va muy bien.
El aeropuerto del Hierro es muy pequeño y la pista de aterrizaje parece de juguete, pero suficiente para un Binter (aerolínea interinsular). Hay al menos dos oficinas para alquilar un coche (CICAR y otra más que no recuerdo). Nosotros optamos por CICAR, ya que nos incluían la silla del bebé y seguro a todo riesgo, además de un segundo conductor incluido en el precio.
En el Hierro es muy fácil conducir, apenas hay coches, no hay autopistas y un solo semáforo en toda la isla. Eso sí, hay muchas curvas y algún animal se te puede meter en medio.
Mapa en mano organizamos los días para intentar ver lo máximo posible y no cansar demasiado al enano, ni a los papis, porque la intención era descansar.
El primer día fuimos a la parte oeste de la isla con destino al Sabinar. El camino es bonito, porque va por el monte y siempre vas a ver vegetación. Hay varios miradores por el camino, donde además de disfrutar de las vistas puedes descansar un poco de tanta curva, sobre todo para aquellos propensos a marearse. Antes del Sabinar se encuentra la Ermita de Los Reyes, donde también hicimos una parada y estiramos un poco las piernas.
Para llegar al Sabinar hay que ir por un camino de tierra unos 2 km. El camino está bastante bien y esta visita es obligada si vas al Hierro. La Sabina es el árbol con el tronco torcido por el fuerte viento de la zona.
Nuestra intención era continuar el camino hacia Sabinosa, pero la carretera está cortada por los desprendimiento que se produjeron por lo movimientos sísmicos que tuvieron lugar en el año 2011 coincidiendo con la erupción volcánica en el Mar de las Calmas. Así, que para volver teníamos que hacerlo por la misma carretera.
El resto del día lo aprovechamos para descansar en la casa, ya que Arún ya gatea y estaba desesperado por ir al suelo a explorar.
El segundo día lo dedicamos a la otra parte de la isla. Pasamos por el Mirador de Jinama, Mirador de la Peña (obra de César Manrique) y luego nos dirigimos al municipio de Frontera, donde se encuentra el lagartario y el ecomuseo de Guinea. En el lagartario pudimos ver el lagarto gigante, una especie endémica de la isla que está en peligro de extinción. El ecomuseo está pegado al lagartario y es un pequeño pueblo con las viviendas típicas del Hierro, el cual está muy bien conservado. Ambas visitas son guiadas. En la galería de fotos pueden ver una con los precios de los centros turísticos.
En Frontera, también está el que era el hotel más pequeño del mundo “Punta grande”. Es un hotel de tan solo cuatro habitaciones que entró en el libro Guiness de los records. El hotel está en funcionamiento y por tanto no puedes visitar las habitaciones, a no ser que te alojes en él. Pero si puedes tomar algo en el bar, que es lo que hicimos nosotros.
Por esta parte de la isla también hay varias zonas de baño, como las piscinas de La Maceta o el Charco Azul. En el Hierro no hay playas de arena blanca, pero si tienen habilitadas algunas zonas de costa donde poder darse un chapuzón.
El tercer día, fuimos a La Restinga. Este es un pueblo pesquero, donde hay varias escuelas de buceo, ya que parece que la zona del Mar de las Calmas es ideal para practicar este deporte. De aquí tampoco te puedes ir sin probar un pescaito fresco y unas lapas. Eso sí los restaurantes son un poco caros, pero un homenaje de vez en cuando no viene mal. Un pescado grande para compartir 23€, nos pareció un poco exagerado y un trozo de piña tropical 4€ también. El resto de los platos tenía un precio normal.
Antes de llegar a la Restinga, nos desviamos hacia Tacorón donde se supone que hay una playa de arena roja que nosotros no vimos. Creemos que hay que entrar por un camino de tierra. Aunque también hay una zona habilitada para el baño y hasta un pequeño bar donde tomar algo. Aquí si nos dimos un chapuzón porque pillamos ola de calor y ya no podíamos más.
Después de comer ya volvimos a la casa porque el calor era insoportable y dentro de la casa se estaba muy bien (casa antigua con muros anchos que se mantiene fresquita en verano).
El último día teníamos que dejar la casa a las 12 y nuestro vuelo salía sobre las 16:00, así que aprovechamos para visitar la capital, Valverde. No hay mucho que ver en la zona y lo recorrimos bastante rápido, así que también fuimos a Tamaduste, que está muy cerca de Valverde. Nos dijeron que era muy bonito y donde vivía la gente con dinero, pasamos rápido con el coche y no nos pareció gran cosa, pero al parecer tiene un paseo al lado del mar que está bien.
Conclusión: yo tenía un mejor recuerdo del Hierro y a Rayco le decepcionó un poco. También es verdad que íbamos con Arún, que aunque se portó genial, limita un poco ya que hay que respetar sus siestas y demás. Nos pilló ola de calor y no pudimos hacer ningún pateo cortito que en principio era nuestra idea. Aún sí, la gente suele recomendar mucho la isla, ya que a pesar de ser la más pequeña puedes encontrar monte, volcán y zonas donde darte un chapuzón. Eso sí, si lo que quieres es tranquilidad, es 100% recomendable.
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