Made in Java

Cuando viajamos, una de las cosas que solemos preguntarnos es ¿de qué vive la gente en…? o ¿qué será típico de…? Nuestro amigo Michael no quiso que nos fuéramos de Solo sin que nos quedaran bien claras las respuestas a estas preguntas, así que la víspera de nuestra odisea de vuelta a casa nos hizo un recorrido por el Solo profundo para visitar sitios que únicamente alguien que lleve más de 20 años viviendo en el lugar es capaz de localizar.

Metiendo el bronce en el fuego

Metiendo el bronce en el fuego

Michael tiene un negocio de restauración y exportación de muebles y estructuras de madera: Armada Orient. Llegó a Solo atraído por la muy buena relación calidad-precio de los trabajos artesanales y aquí echó raíces junto a su mujer indonesia.

Lo primero que visitamos fue una fábrica de instrumentos gamelan. Están fabricados en bronce de forma tradicional: fuelles manuales y deformación del metal a martillazo limpio. Lo más curioso es la perfecta sincronía con la que los  5 o 6 artesanos golpean la pieza de bronce y el sonido resultante. Aquí dejamos un video de la escena.

Muy cerca de la fábrica de instrumentos está el almacén de Michael, donde trabajan los restauradores. Lo que más nos llamó la atención es que le llegan a encargar hasta casas enteras! Justo en el momento de nuestra visita estaban trabajando en la restauración de una casita típica javanesa que posteriormente desmontarían para enviarla por piezas en un contenedor a Japón.

Estructuras de fachadas tradicionales javanesas

Estructuras de fachadas tradicionales javanesas

Michael aprovechó para pasar a preguntar por un pedido que había hecho a la familia que le hace los muebles de madera de mango y,al ver que le acompañaban dos extranjeros, nos invitaron encantados a visitar la casa y a tomarnos un té. Fue quizás de lo más auténtico que vimos en Indonesia. La nieta del patriarca, una niña super simpática de unos 6 años se nos acercó sonriente, nos cogió de la mano y se la llevó a la mejilla. Por lo visto así es como saludan los niños a los mayores para mostrar respeto.

Tras una breve visita al restaurante de su cuñada, donde almorzamos de lujo, Michael nos llevó a un taller textil, en el que nos recibió su dueño, un abuelete de lo más pintoresco que parecía sacado de una peli de kung-fu. Nos enseñó la inmensa sala de telares donde las trabajadoras tejen sin parar. No recuerdo lo que cobraban por hora, pero sí recuerdo que me pareció una miseria, algo así como un dólar. La verdad es que las condiciones eran bastante duras, con poca luz y muchas horas de trabajo, pero Michael nos contó que ellas se sienten orgullosas de poder contribuir económicamente al sustento de sus familias. Él abuelo nos dijo que la calidad de sus productos es mejor que la de las telas de Bali, pero como las de allá están mejor cotizadas, pues les pone el “Made in Bali” y se queda tan pancho 🙂

Telares en Solo - Indonesia

Telares de la fábrica de textiles

Dejamos el taller no sin antes comprarle al abuelo algunos souvenirs y pusimos rumbo de vuelta al centro de Solo, donde Michael remató el día llevándonos a visitar los muros del palacio antiguo, que por lo visto muy poca gente sabe donde está, y las tumbas de las concubinas que hay en una pequeña colina muy cerca del muro y que si mal no recuerdo, aún siendo de unos pocos metros de altura, se trata de el punto más alto de la ciudad.

Michael y Rayco con el dueño de la fábrica

Michael y Rayco con el dueño de la fábrica

Y esta fue nuestra última jornada en Solo, un magnífico sello final para terminar de enamorarnos de un lugar que ya forma parte del top de nuestra lista de lugares especiales y que recomendamos a todos aquellos que quieran salirse un poco de los circuitos típicos del Sudeste Asiático.

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